La contracara del Amor, no es el odio… es la “indiferencia“.
Desde que escuche esa frase, entendí porque me duele tanto la indiferencia, siento que no hay emoción más amarga y difícil de digerir.
Me duele, me angustia, me hace soltar todas lagrimas… se me cierra la garganta y ya no me puedo contar el cuento racional para tranquilizarme.
La indiferencia me lastima, es una suerte de lava que me baja por la garganta y me enciende. Y es tan opuesto lo que enciende… se manifiesta con más fuerza el amor enmascarado en odio, enojo y es tan sencillo comprenderlo… es ¿simplemente? dolor.
El opuesto de indiferencia es acción, interés, amor. Claro… Lo que siento es su indiferencia, su falta de interés por mí.
Que difícil sentir esto…
Como hacemos para distinguir nuestras emociones y que no terminen siendo, solo enojo, angustia desmedida, desilusión, culpa…
Muchas veces le buscamos explicación, justificación…. Revisamos que hicimos que dijo, como le conteste… interpretamos, que quiso decir, que dijo y que entendí.
Cuando contacto con lo que me hace sentir, siento que todo se vuelve más potente, no menos doloroso, pero sí hay algo de certeza que me tranquiliza.
Siento que nombrar la emoción correcta a lo que me pasa, me alivia.
