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EL PROCESO DE CONVERTIRME EN COUNSELOR

Un dia en mi recorrido matutino por Facebook, allá por 2017 descubrí una publicación que me llamó la atención “charlas informativas sobre Counseling” completé unos datos y mande el mail, a los días me llamaron ¡que sorpresa! Estaba teniendo mi primer contacto con esta profesión. 

Asistí a la charla en lo que para mi era una casona debe ser porque el ambiente me resultó confiable y distendido. Salí de la charla feliz y enloquecida por empezar rapidisimo la cursada.

Cuando llegue a mi hogar me encontré con mi realidad, era agosto y reorganizar la rutina de mi casa me resultaba imposible, mis hijos estaban acostumbrados a tener una mami full time, y esa mami se creía indispensable como para dejarlos. 

La semilla del counseling ya estaba plantada y la germinación en proceso.

Con la familia organizamos todo y en marzo estaba sentadita en un aula de Holos Capital rodeada de 40 personas todas con vocación de ayuda.

El Primer Año

Llega una señora, se presenta, y presenta la materia “Aproximación a la obra de Carl Rogers” y en algún momento nos dijo ¿qué necesitan?

Jodeme…¿cómo que necesito? yo estaba allí para que me enseñen, que me digan que hacer y cómo hacerlo. 

Bueno, asi fue mi primer choque, si, el primero de varios, empezar a sentir que necesito. Jamás, en años de estudio, y muy pocas veces en mis años de vida, me pregunté ¿qué necesito?

Cuanta teoría vimos en primer año. ¡Por favor, detengan el mundo que me quiero bajar!

Sentía que estaba perdida, se me acumulaban los apuntes sin poder leerlos, y los días pasaban y yo me desesperaba.

¡Pero! hubo una charla loca y corta en el encantador baño del instituto con mi facilitadora.

-¿Cómo estás Ale?

-SOBREPASADA, llega la noche y yo recién logro conectarme.

Y fue en ese momento que ella dijo unas palabras mágicas 

-Escucha tu cuerpo Ale, tal vez funciones mejor de noche.

Y, abracadabra, revivió la Búho, esa estudiante nocturna que yo estaba tratando de no ver.

Llegaron los primeros parciales y me encontraron yendo del llanto a la risa en segundos, pasé muchos nervios y los aprobé. Fue ese impulso que hizo que valorara el esfuerzo que estaban haciendo mis neuronas, mi cuerpo, mi familia y mi sentir.

En los finales de primer año ya me encontré con un grupo de estudio, había dado los primeros pasos en el entramado de mi red de contención.

El Segundo Año se Hizo Presente

Atras habia quedado ese grupo numeroso, para dar lugar a la intimidad y la transparencia de este nuevo grupo reducido.

Apareció en mí la necesidad de hacer proceso de Counseling, sola no estaba pudiendo con el estudio, la casa, la familia y toda la movilización interna. Mi estructura estaba tambaleando, descubrí que algunos constructos que yo valoraba eran heredados y casi innecesarios. Fue un año que la realidad movió mi estantería y reacomodo un poco dando un nuevo orden.

¿Qué necesito?, ya era un hábito preguntármelo, pero las respuestas a veces no eran fáciles de digerir. Acercarse a la congruencia era una tarea que por momento fue un poco dolorosa y estaba lejos aún de aceptarme amorosamente.

Mi primer counselor la busque con orientación educacional, porque para mi, yo venía flaqueando en el estudio, se me acumulaban los finales sin rendir y los tiempos se me escapaban de las manos.

¿Y saben con que me encontré en el proceso con mi counselor? Lejos de que me diera la solución de mis problemas y me indicara cómo estudiar, me facilitó un lugar y un momento de escucha, promoviendo que pudiera dialogar con mi interior. Esas charlas que parece que hablas sola y que iluminas la respuesta con solo escucharte. ¡bueno eso! Trabajé como nunca lo había hecho, fue la primera vez que dialogaba conmigo misma y se lo agradezco infinitamente. 

Descubrí que no estaba fallando como estudiante, estaba APRENDIENDO, procesando el conocimiento, lo estaba transitando, me lo estaba apropiando y recién allí fue el momento de rendir y aprobar esas materias.

El Tercer y Último Año

El camino de la futura counselor no se detuvo, llegó el tercer año, y con él la pandemia!!

La tecnología pasó a ser la figura de mis días como estudiante, si, justo eso que lo venía relegando y que alguna vez había declarado como mi enemiga, se presentó como aliada y me acerco al comienzo del proceso de construcción de mi rol profesional, me comunicó con counselors de diferentes escuelas y me ayudó a reafirmar que estoy apasionada por el counseling.

Hoy soy el producto de un proceso incompleto de autoconocimiento, autovaloración y autoaceptación. Logré entender que nadie podrá conocerme como lo hago yo, la importancia de darme valor me acercó, entre otras cosas, a tomar conciencia de mis actitudes y que una vez que abres la puerta de la autovalía no se cierra más, y entendemos lo que es el libre albedrío poder elegir hacer o no hacer. Pero, ya no es una opción y no ver y no sentir.

Como un gran logro de tercer año les digo que pronuncio bien Counseling, Counselors y Carl Rogers, yo, que en mi vida hablé inglés, me ocupé de buscar su pronunciación, ya que elijo usar e identificarme con estos términos. ¡Pero quién te ha visto y quién te ve querida, a vos que a veces se te pianta un wifi textual!!

¿Cómo Te Ves en Tres Años, Ale?

Me veo ejerciendo mi flamante profesión, mi Tecnicatura Superior en Consultoría Psicológica.

Me veo formando parte de una masa crítica que difunde responsablemente el Counseling.

Me veo con una caja de herramientas facilitadora para la orientación en Desarrollo personal y en pareja y familia. 

Me veo estudiando y capacitandome de manera continua.

Y, me veo creciendo a la par con varios de mis compañeros que, para ese entonces, serán mis grandes compañeros de co-vision.

La Pregunta de “La Tía Susi”

¿Nena, que es eso que estudiaste?, ¿el Counseling? 

Tia, el Counseling es una profesión que se dedica a acompañar a las personas, a transitar procesos que lo acercan a conocerse más, y a lograr experimentar el bienestar que les da la libertad de hacer sus propias elecciones.

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